Nos habíamos quedado en el poli de Cercedilla, con mucha
fuerza todavía y con la moral por las nubes. Nada mas salir veo a Carlos
esperándome. Comenzamos la travesía por las calles del pueblo, la gente en las
terrazas nos mira con cara rara, algunos aplauden y nos animan. Seguro que
alguno pensó “¿donde irán estos locos?” Pues ni más ni menos que a Segovia.
Nada más pasar la estación, comenzaban las primeras rampas,
aún de día. A los pocos km. decidimos echar mano de los frontales, sobre todo
para hacernos visibles. Estábamos cruzándonos con los coches de los
excursionistas rezagados que habían disfrutado del día en Las Dehesas. Una vez
abandonamos la carretera compartida, ahora sí ya de noche, pudimos comprobar lo
bien señalizado que estaba el recorrido. Cada pocos metros, dos pegatinas
reflectantes nos indicaban claramente el camino.
Momento del relevo |
Según nuestros cálculos no debían faltarnos mucho para
llegar al control, y así fue. Un vasito de coca cola, sellito y de nuevo en ruta. Esta vez con dos nuevos
compañeros, uno de Mérida y otro que ha decir verdad, un poco “chalao” si que
estaba. En Cercedilla los médicos le aconsejaron retirarse por un golpe de
calor, y según se disponía a coger el tren se vino arriba y decidió seguir.
Continuamos a buen ritmo y con buena conversación.
Al poco de pasar el mirador de los escritores nos cruzamos
con Paco Rico, que regresaba tras haber subido un caldo calentito al alto, y el
“chalao” decidió dejar su chaladura y subirse al coche. Nosotros seguimos a nuestro
ritmo que poco a poco empezó a acusar el emeritense que se descolgó unos metros
a la altura del bonito Mirador de la Reina. Unos minutos de descanso en el alto de la Fuenfría, una rica
magdalena, llamada para dar el parte a mis padres y tras abrigarnos con el
cortaviento empezamos el descenso.
Este comenzó algo lento ya que la pista en los primeros
metros tiene mucha piedra suelta y decidimos no arriesgar. He de reconocer que
tras pasar estos 2 o 3 km.
un gran emoción se apoderó de mí, el objetivo estaba muy cerca, y sobre todo
habíamos dejado atrás el “punto sin retorno” de la Fuenfría. Me seguía
encontrando muy fuerte, tanto física como mentalmente. Pero enseguida regresé
al modo sensato y a no dejarme llevar por las emociones.
La buena charla y la agradable temperatura nos ayudaron a
seguir con un buen ritmo. En alguna ocasión trotamos un poco, pero estos
momentos eran cada vez mas escasos y sobre todo, si estos trotes suelen ayudar
al músculo a relajarse, cada vez notaba menos “alivio” lo que nos hizo dedicarnos
a caminar y charlar. Llamada a casa para dar compartir con Silvia otro momento
de momento de emoción, sentía que ya lo tenía en el bolsillo.
Cruz de la
Gallega, último control antes de llegar a Segovia, sellito,
magdalenas y tras unos breves minutos disfrutando del momento de nuevo en
marcha. Ver Segovia iluminada a “escasos” 10km era para disfrutarlo. Las
sensaciones seguían siendo buenas, y salvo ligeras molestias en los cuadriceps,
todo OK.
A partir de aquí sabía que se me haría largo, sobre todo por
que en el descenso, algo técnico para mis características, nos iba a llevar un
buen rato. Pero aquí llega un de los momentos que posiblemente no olvide en
mucho, mucho tiempo. Carlos abría camino avisándome de las zonas peores y sobre
todo quitando las piedras sueltas del camino. Si, si como suena, todo aquello
que pudiera molestar que se encontraba en el camino, él lo quitaba. De nuevo
GRACIAS AMIGO.
Y así hasta el cruce de la carretera de Riofrío, a partir de
aquí vinieron los peores momentos. El cansancio empezó a aparecer, y con el
algunos atisbos de dudas. Lógico tras 95km y alrededor de 17h. Pero con sólo pensar lo cerca que estaba el objetivo
y sobre todo con el compañero de viaje que acompañaba, sólo había una
posibilidad seguir, seguir y seguir.
Estos últimos kilómetros hasta la rotonda del pastor se
hicieron un poco pastosos, pero al llegar a la civilización y poder apagar el
frontal la emoción volvió de nuevo. Apenas 1000 metros nos
separaban del acueducto. Curiosamente un pensamiento se apoderó de mí, ¡¡¡que
lejos está el acueducto!!! A lo que enseguida me dije a mi mismo ¡¡¡lo que está
lejos es MADRID, capullo!!!
Tras unos momento comentando “por que nos habían llevado por
esa calle”, “si por esta otra se llega mejor”, llegamos al empedrado atisbando
la meta. Eché mano a la mochila y desplegué la recién estrenada bandera de LOS
LOCOS DEL CERRO y portándola uno de cada esquina empezamos un suave trote
triunfal, aquí si que di rienda suelta a las emociones y unas lagrimitas si que
se escaparon, no muchas ya que no me quedaba mucho dentro.
18 horas y 19 minutos después. |
Empezamos a ver a los nuestros, mis padres, Jordi, Alex, Miguel,
Elena y Alberto que esperaban pacientes nuestra llegada. Creo que este es otro
de los momentos de difícilmente olvidaré. El bueno de Alberto decidió esperarme
y no irse a casa a descansar, se tiro casi 5 horas esperándonos. GRACIAS
MAJETE.
18h 19´ después
estaba sellando la credencial y recibiendo mi medalla. Nunca un trocito de
metal colgando duna cinta me hizo tanta ilusión. Y encima arropado por la
bandera, como si todos los LOCOS estuvieran abrazándome. Pasé unos momentos
acordándome de todos los que han aportado algo en este reto, MI RETO.
OBJETIVO CONSEGUIDO |
Aunque el tema de agradecimientos ya está cubierto por la
entrada pre-carrera, aprovecho para dar las gracias a mis dos escuderos: Inda y
Carlos, Carlos e Inda.
GRACIAS AMIGOS.
Pues ale, hasta aquí la crónica del pesado de Chema, espero
no haberos aburrido con mis historias.
Aprovecho para dar las gracias a todos los que de una manera
u otra colaboran para que la
Madrid-Segovia salga adelante.
A seguir disfrutando, y si es corriendo…mejor.
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