lunes, 29 de marzo de 2010

OPERACION SEVILLA 2010 ( Final )

Llegamos al globo enseguida pero al ser un grupo bastante numeroso costó un poco poder superarlo, pero subiendo ligeramente el ritmo y con unos “perdona”, “cuidado que voy por la derecha”, “disculpa” al fin conseguimos superarlo. Y una vez estabilizado el ritmo pasamos por el otro estadio de fútbol de la ciudad, el der Beti, no mucho mas bonito que el otro.

Otra larga avenida, esta vez mas bonita y agradable, ya esta vez íbamos flanqueados a u lado por el río y al otro por las bonitas casas que es su día fueron los pabellones de la Expo Universal, pero no la del 92. Enseguida el Parque María Luisa indicaba la proximidad del puente que da acceso al barrio de Triana, km. 31.
Y aquí llega el momento en el que mi compañero de viaje decidió probar suerte no sin antes preguntarme que tal me encontraba para intentar irnos los dos con la intención de arañar algún minutito. Yo fiel a mis ideales le agradecí el gesto pero preferí ser conservador y mantener mi ritmo. En breve se alejó y aunque inconscientemente yo había incrementado algo el ritmo, él lo había hecho algo más, lo suficiente para dejar de verlo.

El paso por la zona de los terrenos de la famosa Feria de Sevilla y el siguiente paso por el interior de Triana se hizo bastante llevadero por la animación de la gente que salió a la calle animada por los rayos de sol que en ese momento nos acompañaban. Según había memorizado aproximadamente en el paso por el avituallamiento del km. 35 volvíamos a cruzar el río y en ese momento aproveche para dar cuenta del último sobrecito de gel, nuevamente acompañado de una fresquita botellita de agua.

Pequeño subidón provocado por el gel, y otra vez enfilando la calle Torneo camino del Puente de la Barqueta. He de reconocer que se me hizo un poco largo este trayecto, en parte por el pequeño bajón típico y lógico por la acumulación de kilómetros y por que al fín y al cabo la calle tenía dos km de recta y esto se suele hacer un poco pasado. Pero de nuevo sacando fuerza mental y ayudado por la experiencia de haber pasado por esto otras cuatro veces conseguí superar el momento delicado. Otra cosa que me ayudo fue el ver que mucha gente empezaba a dejar de correr para andar y yo pensando que si había hecho bien los deberes no tendría por que hacer lo mismo. Otra cosa que ayudó fue el ver a Jose escondido detrás de su cámara y a Natalia animando. De nuevo GRACIAS chicos.

Y por fin el Puente de la Barqueta, vez con muchísima gente animando a todo el que por allí pasaba. Vistazo al suelo para ver en color verde el km. 38 y subidón moral tirando de la frase que dice “pero si al fin y al cabo es poco más que una vuelta a nuestra Dehesa, y cuantas dices que hemos dado”. Pues eso que miradita al FrikiGarmin para echar los cálculos y confirmarme que el primer objetivo que no es otro que el de terminar esta chupado. Y que el segundo, que era el de bajar de las cuatro horas estaba al alcance salvo pinchazo gordo.

Mientras echaba las cuentas y me autoconvencía que ya estaba hecho, se habían pasado dos kilómetros más y estaba de nuevo en el Parque del Alamillo. Esta vez con mucha gente, unos patinando y otros paseando y a su vez dando ánimos. El trayecto por el parque transcurre por una calle ancha semicircular que en su salida desembocaba en los aledaños del Estado de La Cartuja por su vertiente norte.

Momento en el cuál las emociones y sentimientos empiezan a calentar motores y a despistarme y entre unos y otros de los que me rodeaban no sabíamos si ya habíamos pasado el 40, el 41 o por donde estábamos. Rápido alguno divisa el 41, y de repente las piernas se aceleran y empiezo a pasar gente. De fondo la megafonía del estadio ayuda a que el ritmo no baje por la adrenalina. Dos giros de 90º y a 200 metros se adivina el para mí ansiado Túnel Sur. Ese que yo había visualizado pensando que sería cómo la puerta de Lluvia de Estrellas, y en el que yo pensaba que tras su paso iba a convertirme por rato en una estrella de esto sano vicio del correteo. Y así fue, parecía interminable, pero todo por los lagrimones que dejé en el túnel, momento de acordarme de esas dos criaturas y de se madre que tanto me ayuda, a veces sin ellos saberlo, a superar estos retos que me propongo.

Tras estos breves segundos, aunque al recordarlo parecen minutos, me dije “relájate y disfruta”. Y así fue, la entrada es espectacular, toda la pista protegida por vallas, cientos de banderas, columnas de globos hinchables, y se empieza a escuchar el griterío de la grada de meta. Como no podía ser de otra manera aprieto el ritmo ayudado por la emoción del momento, y otro de los momentos que no olvidaré en mucho tiempo, enfilando la recta de llegada, subo la vista a la grada y veo a todos mis compañeros, familiares y amigos de esta gran familia que es El Club Deportivo El Castillo de Villalba, y todos gritando mi nombre y aplaudiendo. Gestos de complicidad y agradecimiento y a disfrutar los 60 metros que faltaban. Al final 3 horas 56 minutos y con muy buenas sensaciones. Objetivo sobradamente cumplido.

No recuerdo hace unos cinco años con quien comenté que vaya manera de llorar en la entrada a meta de mi primer maratón, pero si recuerdo que me dijo que esto sólo era en el primero. Pues que queréis que os diga, que en mi caso no es así y que cada maratón que termino acabo igual, con los ojos llenos lágrimas.

Nada mas cruzar la meta, apenas a 20 metros unos amables voluntarios me arropan con una toalla, a continuación me preguntan que si quiero que me quiten el chip, a lo que respondí que se lo agradecería mucho. Ya debajo de las gradas una pareja de agradables chicas me culpan la medalla conmemorativa del cuello y metros mas adelante allí estaba mi gran compañero de aventura esperando para fundirnos en un sentido abrazo. Alguno dirá que me estoy ganando el premio de moñas del mes, pero es que tantos días de series, rodajes, series, rodajes cambio de ritmo, etc u tantos kilómetros juntos con un mismo objetivo y con una manera de ver esto del correteo muy parecida unen mucho.

Otra alegría viendo cerca de nosotros otra camiseta amarilla del Castillo, en este caso Jesús-números, perdóname Jesús pero siempre se me olvidan. Recogemos las bolsas, nos cambiamos de ropa, cervecita fresquita y a la grada en busca de nuestros compañeros para saber unos de otros. Os pedéis imaginar el momento, abrazos, apretones de mano, que si “¿que tal?” y “¿tu cuánto has hecho?”. En general mucha alegría ya que al hecho ya destacable de terminar todos, el sentir general era de haber terminado todos cumpliendo sobradamente con sus objetivos.

Estiramientos varios y con calma de vuelta al hotel en pequeños grupitos comentando la jugada. Duchita y a tomar unas tapitas muy cerca de la Catedral. En el arco del Postigo. Unas tapas muy ricas, mogollón de cervezas y al menos tres veces intentado ponerme colorado escuchándoles cantar el cumpleaños feliz, ya que al día siguiente harían 39 años que la buena de mi mamá me dio a luz. GRACIAS CHICOS.

Paseo por los alrededores de la Catedral, compre de un detallito para nuestro mister Prisillas, taxi al hotel para recoger las maletas y a Santa Justa a esperar el Ave que nos llevaría hasta Madrid, cercanías hasta Villalba y a casita.

Y hasta aquí la Operación Sevilla 2010, con todos los objetivos cumplidos terminar otro maratón, y van cinco, bajar de las 4 horas, y pasar dos día muy agradables en compañía de muy buena gente. El fin de semana hubiera sido completo si me hubiesen acompañado los míos, mi mujer y mis dos peques.

Ya sólo queda agradecer a dos los que me han ayudado a conseguir superar el reto de este 2010, que han sido muchos pero sobre todo a Joséma por ese plan y tantos y tan buenos consejos, y sobre todo a Silvia, Álvaro y Pablo. MUCHAS GRACIAS.

No hay comentarios:

Publicar un comentario